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viernes, 17 de abril de 2009

-XX aniversario como Parque Natural

El entorno paisajístico y el encanto de sus poblaciones no son los únicos alicientes que el Parque Natural Sierra Norte ofrece al visitante. Dentro de las actividades que se están organizando con motivo de su XX aniversario, mañana tendrá lugar una sesión que se adentra en algunas de las tradiciones más veteranas de esta comarca. La jornada comienza a las 10.00 de la mañana con una recepción en el Centro de Visitantes El Robledo. Ubicado en pleno corazón del Parque Natural, estas instalaciones son un retazo de la fauna, la vegetación e incluso los olores que caracterizan a este gran espacio verde. El sonido de los bosques de ribera o el aroma de las plantas mediterráneas que pueblan su geografía son algunos de los expositores destinados a los sentidos que alberga este centro. «Lo primero que se hace es ver una proyección sobre el Parque Natural en la que se explican las dimensiones y la importancia de este enclave», señalan desde El Robledo. Una vez que el visitante se ha introducido en la materia, pasa a recorrer una exposición en la que se explica cómo el parque ha llegado a su estado actual a través del tiempo. Parte desde el Neolítico y llega hasta nuestros días mostrando el equilibrio entre hombre y naturaleza en este enclave, cuyo máximo exponente es la dehesa. La gran variedad de recursos que ofrecen estos montes ha atraído a numerosas culturas a través de los siglos que han ido dejando su huella en el entorno, por lo que la muestra resulta muy interesante al resumirlo todo en tan poco espacio. Esta visita puede completarse con un paseo por el jardín botánico El Robledo, contiguo al centro de visitantes.
Destilación centenaria.
Además de los ibéricos, las setas y la cacería, la tradición culinaria de la Sierra Norte es conocida por sus anises y aguardientes. Desgranar el proceso de elaboración de estos productos es otra de las actividades previstas para esta jornada de puertas abiertas. A las 12,30 del mediodía, los visitantes se encaminarán en su vehículo hacia la fábrica de anises La Violetera, que cuenta en sus instalaciones con un museo de botellas, etiquetas y fotografías de esta industria en la zona. Esta empresa, que debe su nombre a la película del mismo nombre protagonizada por Sara Montiel -cuya imagen figura en la etiqueta de las botellas-, utiliza un método de destilación heredado del siglo XVI basado en el empleo de calderas de cobre alimentadas con leñas de encina. «Las calderas, que tienen más de 150 años, es de las cosas que más sorprende al visitante», asegura Olga García, hija del fundador de este negocio familiar que funciona desde 1961. Aunque hace décadas eran más de 30 las fábricas del sector que había en Constantina, hoy apenas quedan, algo que añade exclusividad a este recorrido. «Lo primero que les explico nada más llegar es la historia del escudo de Constantina y su vinculación con la tradición anisera -explica García. La matrona que aparece con un racimo de uvas antiguamente portaba un canasto de guindas y cerezas por la importancia que llegó a tener esta industria en la zona». Entre las curiosidades que se revelan durante el recorrido, se encuentra el origen de estas dos bebidas. El aguardiente comenzó en el siglo XIV como un remedio medicinal, mientras que el anís se fabricó a partir del XVI para aprovechar los excedentes de alcohol que sobraban al hacer vino. La especialidad de la casa es su famosa crema de guindas, que se obtiene mediante la maceración del fruto en aguardiente. El anís Padre Benito, por su parte, cuenta con el diploma de honor de la exposición parisina de 1900.
ABC. Isabel Aguilar. 13/02/2009.

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-XX aniversario como Parque Natural

viernes, 17 de abril de 2009

El entorno paisajístico y el encanto de sus poblaciones no son los únicos alicientes que el Parque Natural Sierra Norte ofrece al visitante. Dentro de las actividades que se están organizando con motivo de su XX aniversario, mañana tendrá lugar una sesión que se adentra en algunas de las tradiciones más veteranas de esta comarca. La jornada comienza a las 10.00 de la mañana con una recepción en el Centro de Visitantes El Robledo. Ubicado en pleno corazón del Parque Natural, estas instalaciones son un retazo de la fauna, la vegetación e incluso los olores que caracterizan a este gran espacio verde. El sonido de los bosques de ribera o el aroma de las plantas mediterráneas que pueblan su geografía son algunos de los expositores destinados a los sentidos que alberga este centro. «Lo primero que se hace es ver una proyección sobre el Parque Natural en la que se explican las dimensiones y la importancia de este enclave», señalan desde El Robledo. Una vez que el visitante se ha introducido en la materia, pasa a recorrer una exposición en la que se explica cómo el parque ha llegado a su estado actual a través del tiempo. Parte desde el Neolítico y llega hasta nuestros días mostrando el equilibrio entre hombre y naturaleza en este enclave, cuyo máximo exponente es la dehesa. La gran variedad de recursos que ofrecen estos montes ha atraído a numerosas culturas a través de los siglos que han ido dejando su huella en el entorno, por lo que la muestra resulta muy interesante al resumirlo todo en tan poco espacio. Esta visita puede completarse con un paseo por el jardín botánico El Robledo, contiguo al centro de visitantes.
Destilación centenaria.
Además de los ibéricos, las setas y la cacería, la tradición culinaria de la Sierra Norte es conocida por sus anises y aguardientes. Desgranar el proceso de elaboración de estos productos es otra de las actividades previstas para esta jornada de puertas abiertas. A las 12,30 del mediodía, los visitantes se encaminarán en su vehículo hacia la fábrica de anises La Violetera, que cuenta en sus instalaciones con un museo de botellas, etiquetas y fotografías de esta industria en la zona. Esta empresa, que debe su nombre a la película del mismo nombre protagonizada por Sara Montiel -cuya imagen figura en la etiqueta de las botellas-, utiliza un método de destilación heredado del siglo XVI basado en el empleo de calderas de cobre alimentadas con leñas de encina. «Las calderas, que tienen más de 150 años, es de las cosas que más sorprende al visitante», asegura Olga García, hija del fundador de este negocio familiar que funciona desde 1961. Aunque hace décadas eran más de 30 las fábricas del sector que había en Constantina, hoy apenas quedan, algo que añade exclusividad a este recorrido. «Lo primero que les explico nada más llegar es la historia del escudo de Constantina y su vinculación con la tradición anisera -explica García. La matrona que aparece con un racimo de uvas antiguamente portaba un canasto de guindas y cerezas por la importancia que llegó a tener esta industria en la zona». Entre las curiosidades que se revelan durante el recorrido, se encuentra el origen de estas dos bebidas. El aguardiente comenzó en el siglo XIV como un remedio medicinal, mientras que el anís se fabricó a partir del XVI para aprovechar los excedentes de alcohol que sobraban al hacer vino. La especialidad de la casa es su famosa crema de guindas, que se obtiene mediante la maceración del fruto en aguardiente. El anís Padre Benito, por su parte, cuenta con el diploma de honor de la exposición parisina de 1900.
ABC. Isabel Aguilar. 13/02/2009.

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