


















Extraído del libro de D. Ramón Reig:
"EMILIO LEMOS ORTEGA Y EL ANDALUCISMO HISTÓRICO". Ediciones Alfar.
El libro favorito de Blas Infante
Emilio Lemos Ortega, medalla de oro de Andalucía a título póstumo, vivía en una casa en la que siete siglos antes residió un funcionario árabe que trabajaba en los Reales Alcázares. Tiene tres plantas y veinte habitaciones. Está en el número 7 de la calle Ortiz de Zúñiga.
Cuando joven, Emilio Lemos, que fue secretario de las Juventudes Libertarias, montó un negocio de escobas de palma en Brenes. Las vendía por vagones a las grandes capitales. Después fue fabricante de “Anís del mono” y representante de una empresa de vermouth de Italia.
-¿Recuerda a algunos buenos clientes?
-A Rafael Ochoa, el confitero, a Francisco Chico Ganga, que tenía un almacén de zapatos y, sobre todo, a Manuel Rufo Gil, que me presentó a Blas Infante y a otros andalucistas fisiócratas.
-¿Qué hizo usted antes de estos negocios tan lucrativos?
-Aré, cavé, guardé vacas, cabras y cerdos en Constantina, donde yo nací y mi padre tenía fincas propias.
-¿Hijo único?
-Yo tenía veinticuatro hermanos.
-¿Veinticuatro?
-Sí. Sólo viven dos.
-¿Cómo ha sido su vida sentimental?
-Primero me casé con una prima mía que era viuda y tenía dos hijas. Murió en 1962. Después contraje matrimonio con una sobrina mía.
-¿Su mili?
-En mi compañía, de los 230 reclutas que había, eran analfabetos 224. Uno de Paradas me dijo: “Mi teniente, ¿puedo meal ?” “¿Con la ele? le pregunté. “Con la ele, no señor. Con la polla” contestó. El pobre, como me veía escribir me tomó por teniente. Yo era soldado raso.
-¿Cómo era Blas Infante?
-Un hombre tan ensimismado que incluso cuando llegó la hora de casarse se distrajo de tal forma que se olvidó de coger el tren hasta Peñaflor, donde iba a contraer matrimonio con una hija de Pedro Parias. Se tuvo que casar a media noche.
-¿Lo llevó usted a Peñaflor?
-Lo llevó un médico de niños muy bueno y un gran andalucista Antonio Camacho.
Lo mataron en el puente de San Telmo en el verano del 36. Y también a su mujer, cuando ella se puso delante de él para salvarlo.
-¿Cuál era la biblia para Blas Infante?
-Un libro que se llamaba “Progreso y miseria”, escrito en 1879, por el economista norteamericano Henry George.
-¿De qué trata?
-De las crisis económicas y su remedio.
Emilio Lemos Ortega me contó en plano lucidez y sin resentimiento lo que sigue:
“Una tarde, cuando don Blas Infante y yo hablábamos de los ideales andaluces, le dije que si la sociedad no vivía bien, nadie tenía derecho a vivir bien. Entonces él me respondió:
-Mire, usted, Lemos, nuestra meta, nuestros ideales andaluces serán conseguidos cuando las ranas críen pelos
-Hombre, por Dios, don Blas, yo no he escuchado lo que acaba de decirme. Es como si sus palabras me hubieran entrado por un oído y me hubieran salido por el otro”.
-Lo de las ranas… desperanzador, comenté a Emilio Lemos.
-Esa frase me ha dado mucha lata en mi vida, ya que cuando la pronunció don Blas estaba delante mi mujer. Y en muchísimas ocasiones me la refregó ella, diciéndome que fuera más practico en la vida y me dejara de tantos ideales.
ANDALUCES: Emilio Lemos Ortega
Abderrahmán Medina Molera/Identidad Andaluza
Fisiócrata, andaluz y miembro destacado de las Juntas Liberalistas, de Blas Infante. Nace en Constantina (Sevilla) en 1902.
Criado en una familia de la pequeña burguesía agraria -según señala Enrique Soria Medina-, Emilio Lemos convive a temprana edad con los jornaleros de su pueblo serrano siendo testigo directo de la miseria en la que se debaten y de la colonización de que son víctimas. Autodidacta, se dedica a la investigación del movimiento fisiócrata y conecta con los estudios de Flores Estrada, Senador Gómez, Argente del Castillo, etc, identificándose con la obra del gran fisiócrata Henry George. Cuenta nuestro biografiado:
En mí adolescencia era campesino casi analfabeto. Observaba con estupor que la gente asalariada del campo trabajasen de sol a sol por el mísero jornal de dos pesetas.
Para mí era un contrasentido que enseñándonos el catecismo que todos éramos hermanos, unos pocos nadaran en la abundancia de bienes y la inmensa mayoría estuviesen en la miseria. Algo prevalecía en esta organización social mal dispuesto por los hombres. Pero no conocía ese algo disgregador de tan pésimos resultados.
En otro momento nos cuenta:”E1 salario del bracero ascendía a cinco reales. Al amanecer del día desayunaban un caldero de migas con aceite y al medio día cocido de papas, garbanzos, tocino y morcilla; al anochecer un dornillo de gazpacho.
No asistí a centros escolares -señala nuestro biografiado-.A trancas y a barrancas pude aprender a leer y a escribir pero mi ceguera intelectual era tanta como el grado de rebeldía que avasallaba a mi espíritu. Me dediqué a estudiar cuantos libros de sociología y economía cayeron en mis manos aunque en ninguno encontré una explicación racional completa de las causas y remedios de tantos males sociales.
Haciendo labor proselitista en favor del comunismo topé con un seguidor de la doctrina del filósofo y economista Henry George. Restándole horas al sueño leí su obra progreso y miseria. La incógnita de la problemática económico-social quedaba para mí desvanecida.
La transformación de mi deformada educación intelectual dio lugar a que pudiera entablar relación con la Escuela Georgista de Sevilla y con el Centro Andaluz.
El georgismo era el vivero de los andalucistas y viceversa. No he tratado en mi vida con hombres más inteligentes, ni más preparados, ni más sinceros y bondadosos, que aquellos hermanos en Andalucía. Cuando hago un recuento mental de aquellos seres me encuentro rodeado de cadáveres y me produce escalofrío.
Uno de los andalucistas que orientó la formación de Emilio Lemos fue Manuel Rufo Gíl, comerciante y asiduo al Centro Andaluz donde se reunía con Blas Infante, Rafael Ochoa Vila, Francisco Chico y Ganda, Ariza Camacho, etc., destacados andalucistas del primer tercio del siglo veinte. Con todos ellos trabó una amistad fraternal. Cuando los denominados “Centros Andaluces” se transformaron en Juntas de Liberalistas de Andalucía, Lemos es designado secretario de la Sección de Estudios Económicos en cuya responsabilidad permanece hasta 1936; va a colaborar asiduamente en diarios y revistas que se publican en la Segunda República sobre temas socioeconómicos.
Durante la guerra de 1936-39 logra salvar su vida de la matanza que diariamente Queípo de LLano y los suyos llevan a cabo en Sevilla. Huye de la ciudad oculto en un camión en la madrugada del once de agosto. Cuando el vehículo pasaba por el kilómetro cuatro de la carretera de Carmona contempla a un lado varios cadáveres, entre los que se encuentra el de Blas Infante y otros amigos,”El terror no desapareció de mí ánimo en mucho tiempo. Viví escondido en un maizal alimentándome de mazorcas verdes durante quince o veinte días, hasta que el propietario de la finca fue localizado y fusilado en la puerta del cementerio de su pueblo”. Campo a través llega a una carretera en dirección a Sevilla: “volvía a casa resignado a ser presa de mis perseguidores. MI familia, que ignoraba el lugar donde estuve oculto, me recibió con gran alegría. Gracias a una carta dirigida a mi por la Junte de Burgos y firmada por un funcionario amigo mío, que residía en Madrid, y en la que solicitaba unos datos para la redacción de un proyecto de casas baratas salvé la vida. Mi mujer comprendió que este era el mejor salvoconducto que podía tener, como efectivamente fue así”.
Tras la Segunda Guerra Mundial, difunde soterradamente los principios económicos sustentados por las Juntas Liberalistas, indicando la devoción pero ocultando el santo. En una publícaci6n de la que es autor y que titula Cartas de un ciudadano a la conciencia de los intelectuales, presenta un resumen de lo que fue su actividad durante los años del régimen franquista. Con la formación del Partido Socialista de Andalucía se integra junto a otros miembros de las Juntas Liberalísta y pasa a formar parte del Consejo de Redacción de la revista Andalucía Libre.
“La esperanza no la pierdo. Espero que surja alguna pléya de jóvenes que, cansados de tantos desatinos y frustraciones, se encariñen con las normas dictadas por el sentido común, cuando pase esta calentura del socialismo dirigista que esta en boga por desgracia para el bienestar general. Todo tipo de dirigismo es producto de la aberración de los sentidos. El gobierno más sano y certero para el pueblo es el que menos gobierna”.
(Entrevista en Tierra del Sur de 26 de Junio de 1976).
En su resonancia internacional es designado vicepresidente de la Unión For Land Value Taxation and Free Trade con sede en Londres, en reconocimiento de sus trabajos y preocupación por el movimiento fisiocrático.
Carta de Emilio Lemos a Francisco Álvarez Urbano
Don Emilio Lemos será el último de los denominados como Andalucistas Históricos. Aquí se reproduce ahora una carta suya dirigida a Francisco Álvarez Urbano, la cual es interesante -a pesar de la postura de Lemos con algunos de los asuntos de la época (Complot de Tablada, PRF,...)- al mencionarse a otros destacados personajes de la Andalucía de la primera mitad el siglo XX como el doctor Ariza Camacho, Antonio Albendín, Sánchez Mejías o Ramón Franco:
"Sevilla 9 de Marzo de 1950
Sr. Don Francisco Álvarez Urbano.
Fábrica de licores. Constantina (Sevilla)
Mi querido amigo: (…) El doctor Don Antonio Ariza Camacho fue el primer secretario de la primera organización georgista en nuestro país. Como médico, un especialista notable en enfermedades de la infancia. Como georgista, algo voluble, pero fiel servidor y perfectamente enterado. Nuestro inolvidable D. Antonio Albendín decía de él que durante el mes presentaba tres fases espirituales: Hasta el día 10 sentíase un cómodo burgués; hasta el 20, dinámico georgista; y hasta el 30, revolucionario furibundo. Estas evoluciones psicológicas son muy comunes en los médicos porque su categoría social les obliga a vivir en plan señorial o acomodado y con la práctica del oficio observan el drama de la indigencia en su propia salsa. Formaba en la plantilla del dispensario antituberculoso del populoso barrio obrero de Triana; imagínese cuantas calamidades presenciaría. El Señor Ariza fue quien me introdujo en la peña georgista sevillana a poco de mi conversión. También me presentó a la de Málaga, cuyos principales adalides eran el doctor Don Pablo Lazárraga y el ingeniero agrónomo Don Juan Sánchez Mejías. Por aquellos días (año 1931) escribí mi artículo periodístico “El Papa León XIII y Henry George”, que publicó “El Liberal”. Entonces estaba recién creado en España un partido político titulado “Republicano y Revolucionario” (una amalgama de tópicos e incoherencias), cuyos líderes eran el comandante Don Ramón Franco Bahamonde y el capitán Ediles; y habiendo leído el primero mi artículo, mostró interés por conocerme y atraerme a la organización que estaban formando en Sevilla, pero yo no acepté. El señor Ariza fue el que me presentó a Franco."
Fuente: Emilio Lemos y el Andalucismo Histórico, Ramón Reig, Ediciones Alfar, Sevilla, 1990
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